Hace unos años cenaba con B después de una dura semana. Después del segundo viaje al bufet, tras un punto y aparte de la conversación anterior acerca de lo dura que me resultaba la única asignatura del máster que he llevado al día y cuánto tendría que hacer en navidades, con una sonrisa sardónica y mirándome de soslayo me dijo “No entiendo por qué te empeñas, Teresa. La Psicología no es una ciencia” y esperó en el silencio. Como el pirómano que contempla el crepitar de la chispa que encenderá el mundo, mientras mi sonrisa se apagaba, mi mirada se llenaba de dolor y mi ceño se fruncía a la defensiva. Lo que B piense de mí me afectaba mucho. A veces de forma incontrolable.
¿Lo adivinas? Por supuesto que entré al trapo. Por supuesto que contesté con argumentos erráticos e incluso emití opiniones contrarias a las mías en un vano intento de demostrar mi validez como persona. Replicarlos es absurdo, lo importante, como en cada discusión con B, fue la reflexión al llegar a mi casa y los días posteriores:
La ciencia está en el método, no en el objeto de estudio. Sería ideal tener un ansiemómetro, y un día lo tendremos, y un software que actualizar que nos haga interpretar el mundo desde la perspectiva más sana, alentadora y enriquecedora. Llegará un momento en el que entenderemos muy bien nuestro cerebro y estemos cerca de saber con qué mecanismos funcionan todos los procesos cognitivos: memoria, atención, percepción. La ciencia avanza y ese día llegará. Hoy la Psicología es una ciencia porque se estudia con un método científico, el mismo método científico que se aplica en Física, en Farmacología, en Biología. Y que se basa en reducir lo máximo posible la incertidumbre asumiendo que nunca podrás afirmar algo de forma dogmática o categórica. La famosa frase de Sócrates dicta: “solo sé que no sé nada”. Magnífica. Cualquier afirmación es en última instancia una creencia o es un axioma matemático. A una parte de mí le hubiera gustado poder sentir la seguridad de B al afirmar “esto es lo correcto”, “esta es la verdad”. Pero la ciencia no afirma, mantiene una creencia razonable acerca del objeto de estudio basada en la experiencia. Cuantas más veces un efecto vaya precedido de lo que asumimos que es su causa más reduciremos la incertidumbre con la que afirmamos “efecto luego causa”.
Y nunca existirá seguridad, pues el cambio es siempre posible y si la experiencia cambia, cambiará la afirmación. Como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia. Toleremos la incertidumbre.
La primera frase de mi poema favorito es “Yo sé que existo porque tú me imaginas” y aparte de ser un poema de amor genial escrito por un genio, para mí es la representación misma de la ciencia: Tenemos sucesos y asumimos explicaciones. Y siempre quedará cierto grado de incertidumbre por resolver. Al final todo es un salto de fe. Pero eso es algo bueno, porque cuando nada es seguro, todo es posible.
Releo este antiguo post mientras lo modifico para una nueva web y sonrío: Ahora, cuando alguien me dice "la Psicología no es una ciencia" me froto internamente las manos, complacidísima de debatir acerca de la epistemología, método científico, falsación, correlación y causalidad, efecto placebo, concicionamiento clásico, neuroimagen... ñam. Porque la verdad es que la Psicología es una ciencia -a riesgo de sonar parcial- realmente interesante.